Durante un evento por el Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Primera Dama ofreció un discurso en el que traspasa la responsabilidad de las agresiones a ellas.

El evento del Gobierno por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer llevaba el eslogan “de la indignación a la acción”. Sin embargo, indignación fue justamente lo que provocó el régimen.
El acto, con presencia de activistas, empezó con las palabras de Bernarda Ordóñez, secretaria de Derechos Humanos. “En menos de 6 meses hemos logrado lo que no se ha hecho en tres años desde que existe la Ley para Erradicar la Violencia contra la Mujer, es la más alta prioridad del Estado, compromiso presidencial”, expresó.
Minutos después, la primera dama, María Lourdes Alcívar, tumbaba el discurso de Ordóñez con una intervención que parecía el sermón de una iglesia de los años 60.
Primero aseguró que lo “más importante” de la mujer “es el hecho maravilloso de tener vida” colocando a la maternidad como el gran objetivo que deben perseguir las mujeres. Una visión muy propia del Opus Dei.
Luego banalizó la violencia contra la mujer con la siguiente anécdota. “Si tienes un esposo que de repente eleva la voz, o sale de sus casillas, si dos no pelean no se dan esas circunstancias. Si Guillermo está un poco alterado prefiero irme por la derecha. De ahí regreso, el amor y el perdón es lo primero”.
Posteriormente reivindicó el perdón y a Dios en una nueva referencia a la religiosidad.
“El amor nos va a llevar a decir me voy a frenar hoy. Pidamos perdón por los errores de ayer y volvamos a cero. Dios no nos vive condenando, si pedimos perdón Él nos va a ayudar”.
María Lourdes Alcívar, Primera Dama
Finalmente vino el remate cuando sugiere que en los hechos de violencia la mujer tiene una responsabilidad. “No mujeres, no somos víctimas de nadie, solo de nosotras mismas si nos dejamos, si no nos hacemos respetar nadie nos va respetar. Mamás y papás tengan cuidado, mi mamá nos decía de chiquita, cuidado ese señor por más tío que es, cuidado, nada de zalamerías, hay que tratar así, que las niñas desde chiquitas se cuiden, el cuidado no es malo”, expresó ante las miradas incómodas de las mujeres presentes en Carondelet.
Alcívar, que lleva orgullosa el título de Primera Dama, demuestra así una ignorancia soberbia sobre la violencia contra la mujer, muy propia de quienes viven en la burbuja del dinero y el poder.
Con sus palabras indica que si las mujeres se cuidarán más, habría menos violencia y menos femicidios. O peor aún, si perdonara más o se viviera como lo manda la religión.
De esta manera, el supuesto logro del que sacaba pecho Bernarda Ordóñez desapareció. No solo porque estaba en un evento que destaca la figura anticuada y monárquica de “primera dama”, sino porque ella mismo minimizó el gran problema de la violencia contra la mujer.
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