La violencia en Guayaquil sube otro escalón más

El asesinato de una perra, filmada por un celular, mientras agresor y camarógrafo ríen, evidencia la vorágine de violencia que envuelve a Guayaquil.

Elementos de la Policía Nacional y de la Dirección de Bienestar Animal el pasado 6 de febrero de 2022 cuando buscaban al joven que asesinó a cuchilladas a una perra.

El pasado fin de semana otro hecho de violencia causó estupor en Guayaquil. En el algún lugar del Suburbio, un sujeto con cuchillo en mano apuñaló y mató a una perrita mientras emitía unos chillidos que estremecían el alma.

La agresión fue captada por otro sujeto. Mientras se perpetraba el asesinato ambos reían y disfrutaban del salvajismo. El agresor llegó a decir “así te voy a matar perra”.

En realidad, el asesino y su cómplice estaban filmando el cruel acto como una amenaza a la expareja del primero. La mujer lo había abandonado y este reaccionó con semejante brutalidad.

Por eso es que la Fiscalía abrió una indagación previa por el delito de violencia sicológica contra la mujer. Al menos así podría haber un poco de justicia porque el Código Orgánico Penal Integral (COIP) penaliza el maltrato animal pero lo cataloga como una acción privada, es decir que se requiere una denuncia particular.

Según activistas defensores de los derechos de los animales, esto los expone a represalias y los obliga a ellos mismos a realizar investigaciones, que en otros delitos los hace el Estado, a través de los fiscales.

El video se viralizó en redes sociales. Un operativo conjunto entre la Dirección de Bienestar Animal del Municipio de Guayaquil y la Policía Nacional acudió a la zona. Encontraron la casa, los charcos de sangre y a quien supuestamente filmó el video. 

Este fue detenido brevemente para que rinda versión y así capturar el principal responsable. Según los vecinos, el asesino tiene alrededor de 22 años de edad.

Amenaza existencial para Guayaquil

Pero más alla del debate que se generó en torno al maltrato animal, este nuevo episodio evidencia un problema que aqueja a Guayaquil y carcome sus cimientos.

Se trata del fenómeno de la violencia, que los medios llaman inseguridad. Pero es lo primero lo que origina lo segundo, en parte.

La escalada de violencia tenía dos momentos cruciales. El primero las masacres carcelarias donde los presos bailaban y celebraban alrededor de una pira de cuerpos mutilados.

El segundo es el asalto en la Playita del Guasmo con característica de terrorismo urbano propio de bandas paramilitares.

Y ahora el tercero llega en forma de maltrato animal. ¿Qué le ocurre a la ciudad que a un joven puede causarle placer asesinar a cuchilladas a una perra? ¿Qué pasa por la mente del otro joven que filma que también disfruta la barbarie?

El escenario es el típico de la pobreza: jóvenes descamisados en casas a medio construir. Es que en los barrios populares de la ciudad la falta de oportunidades lo destruye todo

Es el cóctel perfecto: sin oportunidades de trabajo, sin acceso a la educación y salud, sin alternativas de esparcimiento ya sea en parques, practicando deportes o con programas culturales. Encima amenazados por el narcotráfico y una policía ausente que paulatinamente se retira de estas zonas.

Así la violencia campea. No solo son matanzas en las cárceles o los sicariatos especialmente en el sur. También hay maltrato animal, violencia de género e intrafamiliar y robos con sangre lo que crea el círculo vicioso de la inseguridad.

La violencia ya saltó de la cárcel al sur y al suburbio y no demora en alcanzar otras partes de la ciudad, como el norte y el centro.  Y también llegará a los cantones aledaños como Daule y Samborondón.

Así la violencia, como lo indica el analista Francisco Carrión en una entrevista con Xavier Lasso para el espacio Palabra Suelta (minuto 57) se convierte en una amenaza existencial para Guayaquil. 

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